Del matrimonio civil y sus enemigos
La polémica suscitada por los comentarios del ministro Fernández Díaz ha dejado de manifiesto que vivimos en una sociedad donde el pensamiento único y lo políticamente correcto han tomado el ámbito antaño ocupado por los dogmas de fe y la superchería popular.
Resulta que el ministro ha aprovechado su presencia en el coloquio sobre Religión y Espacio Público, celebrado en la embajada española en el Roma, para realizar las siguientes manifestaciones
“Si nos oponemos al matrimonio entre personas del mismo sexo, no podemos usar argumentos confesionales. Existen argumentos racionales que dicen que ese matrimonio no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada”.
Fernández Díaz se refiere al matrimonio civil, dado que el canónico y su naturaleza heterosexual queda fuera de toda duda. Dice que la ley debe mantener los privilegios concedidos tradicionalmente a las uniones heterosexuales, y para ello utiliza el argumento de que sólo éstas garantizan la pervivencia de la especie. Es su opinión. Y se trata de una opinión contenida, porque no juzga la calidad personal de las personas homosexuales, sino que se posiciona a favor de que la legislación tome una determinada orientación, distinta a la que ahora tiene. Dado que el matrimonio civil, y las instituciones jurídicas relacionadas, pueden alterarse, como así se viene haciendo desde hace siglos, parece legítimo que cada cual muestre en público su opinión al respecto. Se llama pluralismo intelectual. Nada más.
Quien no opine como el ministro, en vez de sacar a pasear ese talante tan intransigente y sectario que algunos tienen, podrían tratar de rebatirle con argumentos de mayor calidad que los suyos. O mejor aún. No prestarle demasiada atención. Por lo que parece, la mayoría de los españoles mira con aprobación o indiferencia que las uniones homosexuales hayan alcanzado el estatus jurídico del matrimonio civil tradicional por medio de la asimilación. Lo que en su día suscitó cierto debate en la calle, hoy ya nadie lo discute.
En mi opinión, que es tan legítima como la del ministro, o la de esas fieras dogmáticas que pretenden acallar a cualquiera que se salga de la corrección política y el pensamiento único, son tan enemigos de la institución del matrimonio los unos como los otros. Tanto el ministro como los viejos activistas partidarios del matrimonio de parejas del mismo sexo, creen que éste debe seguir siendo el único acceso para que dos individuos que conviven y se quieren, gocen de determinadas garantías jurídicas. Ambos comenten el error de aferrarse a una institución civil obsoleta y desfasada para resolver situaciones personales que hace tiempo superaron sus límites.
El matrimonio no sólo ha quedado adulterado por la introducción contracultural de la posibilidad de que personas del mismo sexo lo contraigan. El hecho de que la disolución haya dejado de exigir una causa, o que la filiación extramatrimonial surta los mismos efectos en la relación entre el progenitor y su prole natural, suponen transformaciones que demuestran que nuestro código debería haber abandonado hace tiempo al matrimonio, dejándolo como una reliquia ineficiente para el momento social que vivimos. Los individuos deben poder decidir todos los efectos de su convivencia, dejando a la ley la regulación, dispositiva o imperativa, para las consecuencias jurídicas que se derivan del nacimiento (filiación, parentesco, alimentos) y la muerte (legítimas, sucesión natural). El resto de actos y negocios jurídicos, incluido el matrimonio, deben quedar a disposición del individuo, que haciendo valer la autonomía de su voluntad, decida cómo disponer sobre sus bienes, o la manera de ordenar sus relaciones y vínculos personales.
Enemigos del matrimonio son todos los que se aferran al mismo como un arma arrojadiza al servicio de concretas definiciones morales y culturales de lo que debe o no ser la convivencia entre individuos, que, liberados al fin del corsé de su estado civil, deberían poder definir por sí mismos el régimen jurídico y económico en convivencia. Esta es la única alternativa tanto a la visión recalcitrante del ministro, como a la posición contracultural y absurda de quienes creen estar extendiendo derechos cuando lo único cierto es que han logrado ensanchar servidumbres.
En este debate, que no está cerrado, el ministro de interior tiene las de perder y se halla en una posición desfavorable. El pensamiento totalitario de algunos, en vez de discutirle, pretende expulsarlo de la vida pública. Esta quizá haya sido la consecuencia más reveladora de esta pequeña polémica. Como decía, los dogmas de fe y la superchería ahora tienen forma de pensamiento único y corrección política. La inquisición es mediática, y sus jueces, personajes de la extrema izquierda que se creen valedores de una nueva verdad revelada.
Saludos y Libertad!
un trio ¿es un matrimonio?
¿con menores ¿es matrimonio?
si no tienes hijos ¿es un matrimonio?
si lo conoces ese mismo dia,¿es matrimonio?
sin papeles ¿es matrimonio?
si pagas por un polvo ¿es matrimomio?
donde esta el limite
esta españa libre de el pensamiento unico que se permiten linchar publicamente en la plaza a a cualquiera que no comulge con el pesamiento unico
ayer era a Toni Canto hoy a Fernández Díaz
y dicen que el nazismo se acabo en el 41
Hombre, yo no lo llamaría nazismo, es bastante más vulgar, papanatismo puro.
Estamos ante lo de siempre, el poder de lo políticamente cursi, lo hablabas en la entrada anterior sobre las palabras de Cantó y esta ha sido otra manifestación. La opinión del ministro es suya y solo suya y él nunca dijo que los homosexuales fuesen ciudadanos de segunda, dicen asco o nada parecido. Obviamente que opina como opina, es conservador, sino militaría en las filas de equo o algo similar. Y como bien dices a eso se le llama pluralismo político. Lo que pasa, y sabes que me he quejado de esto en repetidas ocasiones, es que las opiniones «de moda» parecen convertirse en dogma de fe.
Oponerse al Loby Gay o al Feminazismo es hoy en día la manera segura de alcanzar la muerte política (y mucho me temo que si pudieran, la otra).
Habrá que esperar a que el Islam, en la que esas cosas ni se discuten (de hecho, se cuelga a los homosexuales y se lapida a las mujeres violadas) sustituya a nuestra decadente sociedad occidental. Los que sobrevivan entonces verán lo que es bueno, pero no podrán quejarse (al menos no más de una vez).
La izquierda…..TAN FASCISTA COMO SIEMPRE…. queriéndonos imponer los dogmas de la…. RELIGIÓN SOCIALISTA.
Cuando no son los dogmas feministas, son los homesexualistas, cuando no, los ecologistas, cuando no, los multiculturalistas de sus alianzas de civilizaciones, etc.
Siempre se distinguieron y se distinguen por su fanatismo ideológico.
SON VERDADEROS ASESINOS INTELECTUALES, pues están dispuestos a destruir toda ideología que no sea la suya.
SON VERDADEROS ASESINOS POLÍTICOS, pues están dispuestos a estigmatizar y perseguir socialmente a toda persona pública (por más votos que le avalen, pues mientras no sean los de sus tribus, no sirven).
….Y SON Y SERÁN SIEMPRE POTENCIALES ASESINOS REALES, pues cuando las circunstancias sociales han permitido a sus “chusmas” legitimarse como “revolucionarias”, nunca frenaron ni frenarán sus deseosos de sangre.
LA UNICA DIFERENCIA ENTRE UN FASCISTA DE IZQUIERDAS Y OTRO DE DERECHAS, ES LA MANO CON LA QUE ASESINAN.
Pablo el herrero
Repito, creo que le dais más importancia de la que tiene. Os doy la razón en que hay opiniones de moda, y que contradecirlas suponen la muerte política como decís, pero yo no le daría el estatus de fascista, solo de mentecato y papanatas. Muchos de los líderes históricos del PSOE estaban escandalizados con la estupidez y el buenismo que instauró zp en el partido, una estupidez entre otras muchas que lo ha llevado al descalabro en el que se encuentra.
En Israel no existe matrimonio civil. No hay ninguna regulación civil del matrimonio ni del divorcio. Entre judíos la convivencia está regida por las leyes religiosas y los tribunales rabínicos. Lo mismo ocurre entre cristianos y entre musulmanes. El problema de los matrimonios mixtos, en un principio entre cristianos ortodoxos y católicos o protestantes y posteriormente también entre judíos y cristianos o musulmanes, lo resolvíeron yendo a otro lugar a celebrarlo, Chipre era el lugar preferido, donde contraían matrimonio civil ante las autoridades coloniales británicas mientras fue una colonia y después ante las autoridades chipriotas. Un tercer paso fue el otorgamiento ante un notario de un contrato civil de convivencia donde los contrayentes fijaban sus propias normas de régimen económico y de disolución. Este mismo contrato es que celebran parejas del mismo sexo. Creo que los Registros Civiles se ocupan únicamente de nacimientos y defunciones, aunque muchas de estas funciones las siguen haciendo las autoridades de las distintas confesiones como en España antes de 1870.
En España una pareja casada canónicamente, matrimonio con validez civil, puede obtener beneficios fiscales importantes en el IRPF, especialmente si hay un desequilibro importante de rentas, divorciándose y viviendo como pareja de hecho. En el convenio de separación la parte con mayores rentas se debe comprometer a pasar a la otra parte una pensión compensatoria de tar forma que se nivelen las rentas de ambos cónyuges, que continúan canónicamente unidos.
La regulación civil del matrimonio o de la convivencia me parece una intromisión de los poderes públicos en la vida privada de las personas.
La propia palabra matrimonio relaciona la institución con el oficio de madre. Dar este nombre a una pareja homosexual, por su propia naturaleza estéril, me parece una aberración aunque, bien por adopción o utilizando técnicas propias de la zootecnia logren la convivencia con menores que nunca serán sus descendientes.
Quiero aclarar que el divorcio de una pareja casada canónicamente disuelve únicamente el vínculo civil, tras el divorcio el vínculo del matrimonio canónico persiste y son una pareja de hecho civil aunque canónicamente son un matrimonio. Según los acuerdos iglesia- estado el sacerdote oficiante de un matrimonio canónico debe comunicar su celebración al Registro Civil, momento en el que el matrimonio adquiere el carácter civil.