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El Aborto: algo imparable

octubre 19, 2009

Son tan ingenuos quienes piensan ser capaces de remoralizar a los individuos partícipes de una sociedad, como aquellos que apuestan como principio por la refundación moral organizada y compelida desde el Estado. Los unos creen en un mundo cargado de valores, dicen que “humanistas”, asimilables a la rectitud contemporánea que simboliza el cristianismo occidental. Los otros, sometidos a idénticos impulsos, plantean la superior necesidad de secularizar la religión, politizar la convivencia y los valores, relativizar la moral, todo ello a fin de alcanzar ese mito recurrente y eterno del “hombre nuevo”.

El aborto ha sido siempre un recurso de urgencia para solucionar situaciones de malestar, estados de necesidad, mero capricho, imagen pública, apariencia de rectitud moral… Se viene abortando desde que el Hombre vive sometido a una cultura extensiva con implicaciones complejas y un orden moral tramado. Recurrir al aborto como solución de una patología grave en la embarazada no es en absoluto asimilable al aborto como acto de corrección de una situación incómoda o no deseada, evitando sus consecuencias sociales.

Antes el embarazo, para la mayoría de los individuos, era algo mágico que culminaba en el parto con el alumbramiento de una nueva vida, con forma humana y capaz de sobrevivir con ciertos cuidados. Así se definió en Derecho Romano, pero también hace poco más de un siglo en nuestro código civil. Sin embargo sí se sabía que algo pululaba en el interior de la madre durante 8 o 9 meses antes de parto. Se reconocieron derechos y se estimo al no nacido en ciertos aspectos.

Las autopsias y disecciones de mujeres embarazadas abrieron al conocimiento humano la realidad de la gestación, la existencia de un ser humano en formación desde etapas muy primarias del embarazo. La Iglesia fue beligerante con estas prácticas. Dentro de la iglesia y entre aquellas clases beatas y entregadas al culto y la regla moral imperante, abundaron desde siempre los abortos calculados y deseados. Mujeres que por sí mismas o impelidas por otras personas, han abortado como mecanismo de defensa, de decencia, solventando problemas que una sola intervención podía evitar de por vida. Ese espíritu no es nuevo ni puede atribuirse en exclusiva a la época que vivimos hoy.

Diferencias hay muchas, y son estas las que deberían alarmar a todos los moralistas, trascendentes y los mundanos, a los que apelan a la integridad ética y la responsabilidad, o a los que se aferran al sueño del “hombre nuevo”.

Nunca ha estado la mujer tan socialmente reconocida como en las sociedades occidentales del presente. Nunca ha sido tan independiente, familiar, sexual o jurídicamente. La igualdad civil es un hecho trasladado a la vida diaria, y aun con excepciones pocas mujeres podrán apelar a presiones morales o dominios efectivos como excusa personal que las exonere por completo de la responsabilidad que conlleva un aborto voluntario y sin causa de necesidad o legítima defensa.

Vivimos una época de conocimiento donde gracias a la ciencia médica conocemos el momento de la concepción, pudiendo detectarlo casi de inmediato, ubicando en dichas situaciones la evidencia de una gestación humana. Sabemos que el embrión ya es único e irrepetible, que desde el principio puede hablarse de un ser individualizado de tipo humano. Sabemos que, con indiferencia de la semana en que se halle el embarazo, lo que se desarrolla dentro del vientre de la madre es una persona que merece cierta consideración. En un plano distinto pero acompasado con el que representa el conocimiento científico camina el reconocimiento social. Ante lo que conocemos no deberíamos ser capaces de mirar para otro lado y negar la evidencia.

El filibusterismo intelectual, dogmatismo ideológico por así decirlo, burla la inteligencia de cualquier mintiendo sin vergüenza y creyéndose sus propias mentiras. Decir que un feto humano no es un ser humano no deja de ser la admisión de que sí se afirmase lo contrario el abortismo estaría en una difícil situación ética.

El aborto no desapareció con la “liberación” de la mujer, la expansión y mejora de los métodos anticonceptivos, la “liberación” sexual de todos, las proclamas a favor de la promiscuidad, de la vida licenciosa que decían antes, del folla con quien quieras y todo lo que puedas… No se logró un individuo más responsable gracias a esos incrementos de libertad en sus acciones. Todo lo contrario, gracias al culto de la “libertad del cuerpo” se consiguió una masa desmoralizada que tomaba decisiones sin sopesar los costes y consecuencias de las mismas. Libertinos entregados al maternalismo del Estado, de quien esperan dosis de permisividad e inmediata intervención tuitiva. Un Estado que te deje hacer, pero que a continuación te recoja de tus miserias y salve tu vida. Un Dios mundano, terreno, que te de nuevas oportunidades, que te subvencione las rectificaciones, que asuma el coste de tus acciones.

Una sociedad más libre debería ser, por definición, una sociedad más responsable. Quien sueñe con erradicar el aborto apela ingenuamente a una naturaleza humana que no comprende. El aborto seguirá existiendo siempre, lo importante es estudiar la intensidad en su práctica y el trasfondo que lo convierte en algo más habitual de lo razonable. Es ese el auténtico problema social, más allá de las miles de vidas en formación que son segadas antes del alumbramiento. No bastan las ecografías para conmover el ánimo de la abortista. Saturados de realidad distorsionada, ni siquiera una visión en tres dimensiones consigue que sea perceptible la entidad de quien será víctima de una decisión arbitraria e interesada.

El antiabortismo suena a política reaccionaria, y en parte, algo de eso tiene. Plantearlo desde argumentos meramente religiosos es un error que pasa factura a la causa. No sobran los apoyos pero sí falta una estrategia estética y de comunicación que apele a lo que en realidad se está jugando en debates de este estilo. Si somos libres para hacer casi lo que queramos, si se nos exonera del daño que le hacemos a quien no puede defenderse y menos aun apelar al reconocimiento de la mayoría de la sociedad, si entregamos nuestra moral al todo vale, no importa bajo qué criterio, con tal de parecer subversivo y emancipado. Si sucede todo eso sin que crezca con idéntica intensidad la responsabilidad individual por cada uno de nuestros actos, difícilmente estaremos frente a una libertad sostenible.

El aborto es ya un método anticonceptivo, como lo son las pastillas del día después. No son soluciones ante situaciones extremas, sino tan cotidianos que debería hacernos pensar a todos, incluso a quienes abortan, no una, sino varias veces. No pensemos tanto en los que han dejado de nacer como en el efecto perjudicial que tiene la normalización de esta práctica para una sociedad de hombres y mujeres libres. Es tal la degeneración moral que sus consecuencias no tardan en verse en prácticamente todas las acciones del individuo. Sus juicios y decisiones, sus tomas de posición política, su actitud frente a su mera existencia.

Desde la posición secular que vengo defendiendo en los numerosos comentarios que sobre el aborto se han publicado en este blog, este no deja de ser un debate sintomático de algo mucho más grave y determinante. Sirva  de ejemplo y de advertencia la insistencia. Solo espero que se entienda el fondo soporta esta posición.

Saludos y Libertad!

19 comentarios leave one →
  1. octubre 19, 2009 7:10 pm

    Estoy muy de acuerdo contigo.
    El aborto es algo que siempre ha existido, igual que otras muchas conductas inmorales (asesinatos, robos, violaciones…) lo realmente perverso e inadmisible dela nueva ley es considerarlo un derecho. La ley anterior era un coladero vergonzoso, cierto, pero al menos la forma jurídica que empleaba era la despenalización en ciertos supuestos, muy discutibles en su redacción y sobre todo en su aplicación pero coherentes con la idea de no encarcelar a mujeres que toman una terrible decisión en un momento desesperado, (como intentan vender el aborto de forma lacrimógena). Bien, todos los crímenes pueden tener atenuantes y eximentes. Pero siguen siendo crímenes, no derechos.
    Por cierto, no he oído ni leído nada sobre cómo se consideraría el aborto contra la voluntad de la madre ¿alguien sabe si hay modificaciones en ese aspecto del código penal?

  2. atroma permalink
    octubre 20, 2009 6:05 am

    “”lo importante es estudiar la intensidad en su práctica y el trasfondo que lo convierte en algo más habitual de lo razonable””

    Pienso que la intensidad y el trasfondo se debe a las oportunidades en la vida. Una niña embarazada, el futuro se le quebranta. Aparta metas. Y los padres nunca dejan de ver a sus hijos como criaturas indefensas ante un mundo de caprichos. Tendrá 40 años la criatura, y sus madre aun le pasa la mano por la cabeza para agachar un pelo que se mueve por el aire. Aunque este calvo.

  3. octubre 20, 2009 7:12 am

    Al comentario sólo le falta un punto: ¿Y qué hay que hacer?

    Es claro que convencer a alguien ya formado de cualquier asunto es una tarea casi imposible (en cualquier tema). La cantidad de excusas a encontrar, el autoengaño, es prácticamente ilimitado.

    Todas estas manifestaciones no pueden cambiar el sentir de nuestra generación. O muy pocos serán los que cambien de opinión. Pero la batalla no se puede abandonar porque sea difícil. O de lo contrario, sólo quedará ante las siguientes generaciones una sola alternativa.

    Lo dicho: ¿qué hay que hacer?

    Un saludo

  4. uncadaverenmiblog permalink
    octubre 20, 2009 9:29 am

    Son tan ingenuos quienes piensan ser capaces de remoralizar a los individuos partícipes de una sociedad, como […]

    La realidad demuestra que eso no es así, si no todavía tendría vigencia la esclavitud, la pena de muerte, el trabajo infantil o el sufragio restringido. Otra cosa es que lleve tiempo o que se pueda fracasar, pero el fondo del asunto es moral.

    Y en este caso los antiabortistas cuentan con argumentos biológicos, médicos y antropológicos sobre los que sustentar su posición.

    Saludos.

    • Ludovico permalink
      octubre 20, 2009 10:48 am

      Totalmente de acuerdo, es cuestión de tiempo, estas cosas se superarán. Pero eso no quiere decir que por ello se deba dejar de reivindicar el derecho a vivir de los no nacidos. Si nadie hubiera defendido a los negros en su momento seguiría habiendo esclavitud.

  5. octubre 20, 2009 3:35 pm

    Lo importante es que cada uno mantenga sus convicciones con espíritu crítico. Al final, los valores (o «anti-valores», quién sabe) que más contribuyan a coordinar el orden social, serán los que triunfen. De lo contrario, no quedaría orden social del que hablar.
    Saludos!

  6. octubre 20, 2009 3:59 pm

    Hola, saludos desde México.
    La libertades van unidas a las responsabilidades y en lo referente a la libertad sexual las responsabilidades ya las conocemos.
    El aborto, desde mi particular punto de vista, tiene pros y contras que pueden cambiar segun la mente y el pensamiento de cada quien. Sin embargo el estado debe dejar de meter las manos en las decisiones que sobre nuestro cuerpo tomemos.
    En mi país solamente esta legalizado el aborto en el Distrito Federal, quedan aún 30 estados donde esta práctica es penalizada, donde la libertad sobre el cuepo es amordazada.
    Habra quien este de acuerdo conmigo, habrá quien discrepe, pero traer al mundo individuos que tendrán una vida de incertidumbres (económicas, sociales, etc) es para pensarse…

    • octubre 21, 2009 10:29 am

      ¿Libertad sobre el cuerpo? Que yo sepa, uno no puede vender órganos de su propio cuerpo, ni puede suicidarse, ni puede siquiera donar gratuitamente partes de su cuerpo si no es con una autorización gubernamental… ¿Por qué el aborto debería ser una excepción? Aunque consideremos al feto como un futuro ser humano, lo cierto es que forma parte del cuerpo de la mujer. ¿Por qué debemos dar libertad absoluta para decidir sobre esa parte del cuerpo y no sobre otras? Porque recordemos que los abortistas dicen que no es un ser humano, que es una parte de la mujer, así que ellos mismos caen en una visión falaz de la realidad que defienden. No sé, deberíamos pensar un poco más con espíritu crítico y menos con ideas preconcebidas que generalmente nos han inmbuído las religiones y la ideologías.

      Y bueno, eso de «traer al mundo a individuos que tendrán una vida de incertidumbres…», tela marinera… Creo que es el mismo razonamiento que usaron los nazis para promover la eugenesia entre los retrasados, los gitanos, los pobres… No digo nada más.

  7. Kike permalink
    octubre 20, 2009 9:04 pm

    Todo es único, lo mismo un embrión humano como el de una rata, la maravilla de la vida no es un argumento, prismas religiosos a un lado; los derechos de los no nacidos en roma no iban más allá de eventualidades hereditarias de tipo práctico, ese tampoco lo es, ; el hecho de que un feto pueda o no considerarse un ser humano -evidentemente lo es en potencia- nada obsta para poder o no interrumpir su desarrollo si la persona dependida así lo desea, pues finalmente siendo vida no puede ser considerado el feto una persona, ni jurídica ni fácticamente (falsos silogismos a un lado) . Este es un debate fundamentalmente ideológico, como todos. Interrumpir un embarazo o malograr voluntariamente un feto humano en desarrollo, es una posibilidad, no una obligación, y lo que las personas tienen derecho es a que las leyes de su comunidad no penalicen la práctica de tal posibilidad y a no sufrir consecuencias adversas de tipo alguno más allá de las convicciones íntimas de cada uno. Lo que hace falta es formación y deshacerse de dogmas y apriorismos fatuos, lo único que tenemos es un tiempo en movimiento y ese tiempo no debe hipotecarse ni condicionarse por errores subsanables, y mucho menos condicionar e hipotecar la vida de otros que no han formado parte de tal fallo, no somos más trascendentes ni más importantes que lo queramos ser o como nos queramos ver. Si parte de la sociedad no enfoca bien el uso de la posibilidad abortiva, debemos intentar corregir tal enfoque, no impedir el ejercicio de un derecho, que si no es al aborto, sí es un derecho a vivir conforme a las propias convicciones y conveniencias.

    • octubre 21, 2009 10:31 am

      Sobre esto hemos discutido en mi blog y no hemos llegado a una conclusión certera. Mírate este enlace sobre la opinión de Carl Sagan al respecto:

      Mentes que el mundo necesita

      (no es de mi blog, pero lo hemos estado discutiendo largamente en uno de mis posts).

  8. octubre 20, 2009 9:29 pm

    Entonces para ti «lo humano» no es la base misma de nuestra convivencia en sociedad?
    Me temo que descartando ese importante elemento, tu argumento peca de relativismo.
    Saludos!

    • Kike permalink
      octubre 20, 2009 9:37 pm

      Sólo es relativista desde un punto de vista fundamentalista. Un abrazo.

  9. octubre 20, 2009 9:57 pm

    Y te habrás quedado tan ancho… no confundas ánimo crítico, que es el que tratamos de defender aquí, con el mero relativismo. Si no entiendes que la convivencia se funda en principios básicos como es la mera constatación de qué es lo humano y desde cuándo para, a partir de ahí, conjeturar y debatir. Lo que tú haces es negar la mayor, escudado en un nihilismo que ya es viejo compañero de la nimiedad intelectual. Lo siento, pero es así.
    Saludos!

    • Kike permalink
      octubre 20, 2009 10:52 pm

      Ya, así será si tú lo dices, cómo así viene siendo, si no son aceptados ciertos apriorismos y mal llamados principios básicos, no hay partida. Lo que digo, fundamentalismo fatuo, la conclusión la existes antes de la proposición, sólo llegas donde ya habías estado. No te digo que así es, ni que lo siento, imaginaba ya antes el grado de espíritu crítico por la juventud intelectual y lo prestado de los argumentos: desde la teoría, toda persona con cierta formación puede llegar a engarzar argumentalmente ciertas ideas y dar con un conjunto redondo y coherente en sí mismo y hasta aparentemente ocurrente y original, y uno puede quedarse ufano y sentarse sobre él, el tema es salir y sentir y palpar y conocer al otro, no a tu prójimo, que al cabo está cortado por el mismo patrón, e intentar pensar como piensa él, poniéndote en su lugar. A partir de ahí, junto con lo tomado a préstamo, a ver qué te sale. Un abrazo.

  10. uncadaverenmiblog permalink
    octubre 21, 2009 9:54 am

    Lo importante es que cada uno mantenga sus convicciones con espíritu crítico. Al final, los valores (o “anti-valores”, quién sabe) que más contribuyan a coordinar el orden social, serán los que triunfen. De lo contrario, no quedaría orden social del que hablar.

    YoSoyHayek: si de coordinar el orden social se tratase, nada mejor que transigir totalmente con el aborto. Después de todo, ¿qué orden social puede amenazar un No Nacido?

    Saludos.

    • octubre 21, 2009 2:44 pm

      Tienes 15 años?

      • uncadaverenmiblog permalink
        octubre 21, 2009 2:46 pm

        ¿?

      • octubre 21, 2009 3:29 pm

        Perdona, no había leído tus otros comentarios. No he entendido este último. Disculpa la réplica.
        Saludos!

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